El legado de Don Nicanor Ochoa, conocido como el Brujo de Nirgua, se mantiene vivo en la tradición oral venezolana y en la fundación que lleva su nombre, dedicada a la preservación de los conocimientos de medicina natural. Reconocido por su sabiduría y respeto por la naturaleza, su historia fue retratada en la serie televisiva “El Brujo” en 2017. Hoy en día, sus enseñanzas siguen inspirando a nuevas generaciones, fomentando la conexión con la naturaleza y las prácticas de curación ancestrales.
Don Nicanor Ochoa: El Brujo de Nirgua
Don José Nicanor de las Mercedes Ochoa Pinto Morillo fue un curandero y brujo venezolano nacido el 19 de febrero de 1868 en Miranda, estado Carabobo. Ha dejado una huella inolvidable en la historia de Venezuela. Creciendo en una familia humilde en Miranda, su infancia marcada por el trabajo duro en el campo moldeó su carácter y su relación con la naturaleza.
Hijo de Abdón Ochoa y María Antonieta Francisca, Nicanor Ochoa se crió en el seno de un hogar modesto, lleno de amor y enseñanzas. Fue su padre quien le inculcó el valor de la laboriosidad y la importancia de honrar y respetar a la naturaleza, principios que Nicanor atesoraría y aplicaría durante toda su vida.
El ambiente de su infancia lo moldeó como un hombre de campo en toda la extensión de la palabra. No era un mero observador, sino un experto en labores agrícolas. Nicanor conocía cada semilla, cada cosecha, cada tiempo de siembra como si fuesen parte de él mismo. Este íntimo conocimiento del ciclo agrícola, del fluir de las estaciones, hizo de él un maestro en su campo.
En el ámbito amoroso, Nicanor Ochoa fue un hombre apasionado y comprometido. Contrajo matrimonio con dos valientes mujeres: Ofelia Ojeda y María Eustaquia Jiménez. Con ellas, trajo al mundo varios hijos, incluyendo a Aristóbulo y Simón, cariñosamente conocidos como “nono” Jiménez.
Pero su corazón parecía tener una capacidad ilimitada para el amor: se dice que tuvo hasta seis amantes, todas ellas conocidas en su comunidad como las “Marías”. A pesar de las posibles controversias, estas relaciones ilustran el fuerte atractivo y el carisma indomable de este notable curandero y amante de la naturaleza.
Un hombre del campo y de la gente
Como un auténtico hombre de campo, Nicanor se ganó la vida trabajando la tierra. Pero más allá de su labor como agricultor, destacó por su habilidad para tratar enfermedades y mordeduras de serpiente.
Era frecuente verlo en los bares locales, disfrutando de un cigarro Capitolio o Continental y de un café amargo, siempre acompañado de su burra favorita. Sorprendía a todos con su elegancia, sus pañuelos blancos y su particular relación con las serpientes.
“Podía hacer aparecer y desaparecer serpientes con un simple movimiento de su garrote mágico, una habilidad que asombraba a todos y le valió el reconocimiento como ‘brujo’.”
Era conocido por no consumir chimó o tabaco, y prefería los caramelos de coco a cualquier otro dulce.
Nicanor Ochoa: el curandero
Su nombre es Nicanor Ochoa y es sinónimo de curación y sabiduría en su región. Mediante sus embriagadores rezos y cánticos, logró forjar una reputación impecable como curandero entre sus coterráneos. Tan grande fue su fama, que no solo era consultado para el diagnóstico de enfermedades mediante inspecciones detalladas de agua y orina, sino que su habilidad para atender partos lo consagró en la memoria de su comunidad.
Además, Nicanor se destacó por su singular conocimiento de las hierbas medicinales. Con la gracia de un alquimista, combinaba estas plantas en brebajes que resultaban ser el antídoto perfecto para las temibles mordeduras de serpiente. Por otro lado, un simple pañuelo blanco bajo su manejo, era la herramienta crucial para tratar estos casos.
Nicanor nunca se separaba de su fiel morral lleno de hierbas, una especie de botica móvil que desprendía el característico y embriagador aroma del Jean Marie Farina. Gracias a este peculiar aroma y a su conocimiento y dedicación, logró ganarse la confianza de quienes necesitaban su ayuda.
Además de su dedicación a la curación, Nicanor alimentaba una fervorosa pasión por las peleas de gallos. No era extraño encontrarlo entre la multitud animando a sus queridos gallos, Cari Cari y Mantequilla. En estas arenas compartía emociones y sabidurías con su íntimo amigo Apolinar Campos. Ambos unidos por la misma afición y el profundo conocimiento sobre hierbas medicinales.
A pesar de que algunos confundían su maestría con la brujería, la verdad es que Don Nicanor era un erudito de la naturaleza. Su comprensión sobre las propiedades curativas de las plantas y su agudo sentido de observación eran los recursos que utilizaba para diagnosticar y tratar diversas dolencias.
Su genuina compasión y generosidad se evidenciaban al atender a cualquier persona que lo necesitara, sin distinciones ni consideraciones monetarias. Nicanor Ochoa, el curandero, fue un verdadero regalo para su comunidad.
Legado de Don Nicanor
Don Nicanor Ochoa falleció el 3 de enero de 1942, está enterrado en el cementerio municipal de Nirgua en medio de sus dos grandes cariños Ofelia Ojeda y Eustaquia.
Sus prácticas de curación, basadas en el respeto y el entendimiento de la naturaleza, inspiraron a muchas personas a seguir su camino y a preservar los conocimientos tradicionales.
En la actualidad, la historia de Nicanor se mantiene viva en la tradición oral de su comunidad. Los ancianos cuentan las historias de sus increíbles curaciones y sus enfrentamientos con las serpientes, manteniendo viva la memoria de este emblemático personaje.
Además, su legado se ve reflejado en la creación de una fundación que lleva su nombre, la cual se dedica a la preservación de las tradiciones y conocimientos ancestrales de la medicina natural.
Oraciones a Don Nicanor Ochoa
Oración de Sanación y Protección
“Oh, Nicanor Ochoa, poderoso Brujo de Nirgua, con respeto y humildad me presento ante tu espíritu para pedirte ayuda y protección. Haz que tus hierbas medicinales y tus sabios consejos fluyan en mi vida, curando mis dolencias y protegiéndome de todo mal. Fortalece mi cuerpo y mi espíritu, y guíame en el camino del bienestar y la salud. Sé mi guía en estos momentos de incertidumbre, y hazme fuerte frente a las adversidades. Amén.”
Oración para la Tranquilidad y el Control
“Nicanor Ochoa, maestro de la Corte Chamarrera, te invoco con fervor y devoción. Te pido que pongas en mí la serenidad de tus aguas y la fuerza de tus montañas para afrontar los desafíos que se presentan en mi camino. Otorga a mi voz el poder de la tuya, para que mis palabras sean escuchadas y respetadas. Llena mi corazón con tu sabiduría y haz que mi espíritu se mantenga firme y sereno, aún en medio de la tempestad. Amén.”
Culto a Don Nicanor Ochoa
El culto a Don Nicanor Ochoa se basa en la admiración y respeto por su vida, su sabiduría y su obra. Su conexión con la naturaleza, su conocimiento de las hierbas medicinales y su capacidad para sanar hacen de él una figura venerada.
Este culto no se limita a simples homenajes o rituales, va mucho más allá. La gente de su comunidad, y de muchas otras partes de Venezuela, aún hoy acuden a su tumba para pedir favores o ayuda en asuntos de salud. Dejan ofrendas, encienden velas y realizan rezos, creyendo en la capacidad de Nicanor de interceder desde el más allá.
Don Nicanor Ochoa y la corte chamarrera
Don Nicanor Ochoa es una figura central en la Corte Chamarrera, una de las cortes espirituales que se rinden culto en el espiritismo marialioncero, una tradición religiosa popular en Venezuela.
La Corte Chamarrera es conocida como la corte de los médicos espirituales, curanderos y sabios de la naturaleza. Es donde se congregan aquellos espíritus que en vida fueron conocedores de las propiedades curativas de las plantas y los secretos del mundo natural.
En la Corte Chamarrera, Don Nicanor es considerado un guía y un protector. Su espíritu es invocado en sesiones espiritistas para pedir ayuda en casos de enfermedad o para buscar orientación en asuntos relacionados con la salud y el bienestar.
Don Nicanor Ochoa: un icono eterno en la cultura popular
En el año 2017, Don Nicanor Ochoa se catapultó al estrellato, más allá de las fronteras de su comunidad. Su vida y legado fueron adaptados en una fascinante serie de televisión producida en Venezuela, titulada “El Brujo”. Este proyecto audiovisual plasmó con detallismo y respeto los momentos más destacados de su existencia, sus luchas constantes por preservar las tradiciones de su tierra natal, y el inmenso impacto que tuvo en las vidas de quienes lo conocieron.
Hoy en día, Nicanor Ochoa se ha convertido en un robusto símbolo de tradición y resistencia cultural en Venezuela. Su historia, repleta de enseñanzas y sabiduría, es una fuente inagotable de inspiración para las nuevas generaciones. Cada día, su influencia motiva a más personas a mantener viva la conexión con la naturaleza y a valorar las prácticas de curación tradicionales, que en muchos casos son olvidadas o desvalorizadas.
Cual tejedor que entrelaza hilos para dar forma a un tapiz, así se va construyendo el relato de Don Nicanor Ochoa, un hombre de contrastes y misterios que ha dejado huella en el imaginario colectivo de Venezuela. Su vida, a medio camino entre la medicina y lo sobrenatural, entre la devoción y la travesura, invita a explorar la profundidad de las tradiciones y la riqueza de las prácticas ancestrales.
Nicanor Ochoa, el Brujo de Nirgua, se mantiene inmortalizado en las páginas de la historia venezolana, en un llamado constante a reconectar con nuestras raíces y valorar la sabiduría que reside en lo más autóctono de nuestra tierra.