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Las palabras sirven para todo. Maduro y los suyos mienten e insultan cada vez que hablan y, de tanto embaucar, ya nadie los cree. Pretendieron engañarnos diciendo que la escasez, la inflación, el hambre, y hasta los apagones y la inseguridad eran culpa de la “guerra económica” del “imperio” y de la burguesía (“pelucones“, Maduro dixit). Aún hoy, para hacernos creer que no anhela permanecer “a juro” en el poder, Maduro vuelve a mentirnos al declarar que “no está obsesionado con la reelección sino con resolver la guerra económica“, y lo dice cuando su servil tsj sentencia como “inadmisible la acción de amparo para reanudar recolección del 20% de las firmas del revocatorio“. Justo para que Nicolás alargue su poder, en contra de la voluntad de casi 90% de la población. Si Maduro quisiera “resolver” la situación económica, no seguiría aplicando el fracasado modelo que ha generado una inflación anualizada de 755,9% (según datos extraoficiales del BCV), arruinado el país y llenado los bolsillos de quienes controlan el gobierno. Pero como la mentira tiene patas cortas, la falsedad de la “guerra económica” queda al descubierto al comprobar que la inflación y la escasez de alimentos no ocurren por la caída de los precios del crudo, sino por la corrupción y el derroche chavista. Cuando el petróleo estaba por encima de 100 dólares el barril, el régimen endeudó al país con gigantescos préstamos de China; la emisión sin control de bonos de Pdvsa que hoy son una pesada losa, y regalando millones de dólares a Cuba, Nicaragua, Bolivia, y a todo cuanto ñángara asomara su cabeza con alabanzas al líder intergaláctico. Los “exprópiese” fueron usados para arruinar a los empresarios del campo, y a los industriales, acusados de ser enemigos de la revolución. Así cayó la producción agrícola e industrial y el régimen –entonces ahíto en divisas petroleras– comenzó a importar masivamente alimentos y cachivaches, hasta que los dólares escasearon, de tanto dilapidarlos a borbotones. Aun con petróleo a más de 100 dólares el barril, comenzó a escasear la leche, el aceite, el azúcar, la harina, el café y otros. Y a medida que desaparecían del mercado los productos de consumo masivo, el régimen arreciaba culpando a la inexistente “guerra económica” y a la baja del crudo, cuando lo cierto es que el único país petrolero que ha caído en la indigencia ha sido Venezuela. La mayoría de los países productores crearon un fondo de ahorro para enfrentar la posibilidad de la caída de sus ingresos.
Inventan los delitos que “fabrica” su feroz Sebin para encarcelar a los más de 100 presos políticos; con mentiras incumplen sus promesas de liberarlos si la oposición accedía al “diálogo” con el gobierno (Cabello declaró esta semana que “Leopoldo López seguirá preso por asesino“); con falsedades quieren negar la crisis humanitaria que nos coloca a la cabeza de los peores países del Tercer Mundo. La economía de Haití crecerá este año 1,5% mientras la de Venezuela caerá 10%, el peor desempeño del continente. El “aunque usted no lo crea” del legendario Ripley revivió estos días en Ginebra con el espectáculo grotesco de los engaños expuestos por la costosa delegación de Maduro de 40 “enchufados“, que viajaron para presentar el Examen Periódico Universal de Derechos Humanos (EPU), ante un auditorio informado urbi et orbi “de que en el régimen de Maduro se violan todos los derechos humanos, hasta considerarlo una dictadura“. Los “oradores” no podían ser más representativos de la violación de los derechos humanos que pretendían negar: 2 magistradas del tsj (que ha sentenciado 32 veces contra la AN) y la comadre Oblitas del CNE (que suspendió el RR) dieron “fe” dizque de la “separación de poderes en Venezuela“. Mientras la ministra Aloha Núñez defendía la “atención” oficial a las etnias indígenas con un “cuento de hadas“, como calificase el internacionalista Salgueiro las mentiras de la delegación roja, miles de indígenas mendigan enfermos y sin atención médica. El diario El País de Madrid publicaba un informe (“La soledad de los indígenas venezolanos“) en el que narra la ola de epidemias que incluye malaria, VIH y zika, que merman a 7 etnias de Venezuela. Los ambulatorios no tienen medicinas, ni insumos, ni personal. Desde 2009 no se asigna el presupuesto estipulado para el plan de salud yanomami. 2014 cerró con 240 muertos por malaria, neumonía, diarrea y hepatitis; en Padamo murieron en 3 días 15 personas por tuberculosis. En lo que va de año, las organizaciones indígenas denuncian más de 70 muertos, sobre todo niños y mujeres, por desnutrición y VIH. Las warao embarazadas con VIH tampoco están recibiendo tratamiento.
Más de 100 países intervinieron críticamente al escuchar las mentiras de la delegación: Iris Varela juró que “nuestro sistema penitenciario sirve de ejemplo para otros países del mundo (…) porque se respetan religiosamente los derechos humanos”. Cero referencia a que en su gestión asesinaron a 135 reclusos. Ni del hacinamiento. Ni de la desviación de 6.465.000 millones de dólares en cárceles nunca construidas. Ni de la corrupción, tráfico de armas y drogas dentro de los penales, denunciados por el OVP. Ni de las prisiones como guarida de delincuentes que salen a delinquir y luego se refugian en las cárceles, como reseña el periodista Mayorca. La ministra de Salud negó la escasez de medicinas e insumos y citó miles de millones de medicamentos que, según sus mentiras, están al alcance de los enfermos en el país, burla desmentida por la Federación Médica Venezolana al reportar 90% de escasez de medicamentos, tanto en farmacias como en hospitales. La petición más repetida por los 103 países interesados en Venezuela fue la de “garantizar la libertad de expresión” (libertad de información, protección de los periodistas, cese de las represalias a los medios, etc.). Pero hubo muchas solicitudes más: “reactivar el revocatorio“, liberación de los presos políticos cese de represión, respeto a la AN, abrir canal humanitario, etc. La mayoría de los países pidieron “que Venezuela invite a expertos en derechos humanos de la ONU“. La canciller respondió la petición con un insulto: “Expertos en derechos humanos vendrán al país cuando no tengan posiciones parcializadas“. Es decir, hasta que aplaudan las violaciones oficiales, como hace el impresentable Samper. Delcy cerró con esta “cantinflada”: “Nuestro modelo de derechos humanos es vanguardia en el mundo“. Desde que llegó al poder, el chavismo no ha permitido que vengan relatores de derechos humanos (ni de ONU ni OEA). La última visita fue en 1996. Entre 2015 y 2016, según el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Venezuela ha rechazado la visita de 10 relatores especiales, entre ellos el de la libertad de expresión. La directora de la ONG Transparencia Venezuela resumió magistralmente el grotesco espectáculo del régimen en Ginebra: “Gobierno quiso quedar bien ante la ONU a punta de mentiras“. La guinda de la torta es de Reporteros sin Fronteras, al colocar a Maduro encabezando la lista de los “depredadores” de la prensa en América Latina, seguido de los Castro en Cuba y el cártel mexicano de los Zetas. ¡Edificante lista!
Pero con mentiras el pueblo no come ni Maduro gana elecciones, por eso el dictador, sus cuatro comadres y su tsj están robando al pueblo su derecho de votar.
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