El buen hablante debe seguir ciertas normas que aseguren una comunicación efectiva y respetuosa. Es crucial pensar antes de hablar, mantener contacto visual y un tono de voz adecuado. La pronunciación clara, el respeto, permitir que los demás expresen sus ideas y evitar las groserías son pilares fundamentales. La comunicación debe ser clara, sencilla y precisa, con un lenguaje corporal coherente. No se debe dejar el mensaje a medio camino, es importante adaptarse al contexto y nunca subestimar el poder de una sonrisa genuina.
Normas del Buen Hablante
- Pensar antes de hablar.
- Mantener contacto visual.
- Hablar en un tono de voz adecuado.
- Pronunciar correctamente las palabras.
- Ser amable y respetuoso al hablar.
- Dejar hablar a los demás.
- Evitar las groserías.
- Expresarse de forma clara y sencilla.
- Ser preciso al expresar una idea.
- Mantener un lenguaje corporal coherente con el discurso.
- No dejar el mensaje a medio camino.
- Adaptarse al contexto.
- Sonreír.
Pensamiento previo a la palabra
El primer paso antes de abrir la boca: pensar. Considera lo que vas a decir antes de soltarlo al viento. No se trata solo de armar la frase, sino de cómo darle vida. Esto es esencial para evitar malentendidos y transmitir un mensaje claro y coherente. Pesa cada palabra, cada intención.
La importancia de la mirada
Los ojos, dos espejos que nos permiten conectar con los demás. En una conversación, la mirada es vital. Al hablar, mira a los ojos de la otra persona, así forjarás una conexión genuina, mostrarás interés y demostrarás confianza. Recuerda, los ojos también hablan.
Vocalización y tono de voz
Tu voz es como una melodía en la comunicación, y el tono y la vocalización son las notas que la componen. Pronuncia de manera clara y modula tu voz de acuerdo al ambiente y la situación. El tono puede alterar el mensaje, por tanto, cuida tu voz y el impacto que pueda tener.
Respeto en la conversación
En cada palabra, en cada silencio, el respeto debe estar presente. Evita interrumpir a los demás, y mantén un lenguaje amable y respetuoso. Las palabras ofensivas y las groserías no tienen cabida, no solo empobrecen tu vocabulario, sino que pueden herir a los demás.
Expresión clara y sencilla
Hablar no es lo mismo que comunicar. Para transmitir tus ideas, habla de manera clara y sencilla. Adapta tu lenguaje al nivel de comprensión de tu interlocutor. La meta siempre es facilitar la comprensión de tus palabras.
Precisión y concisión
En comunicación, menos es más. Evita la información innecesaria y centra tu discurso en lo esencial. Sé preciso, conciso, organiza tus ideas antes de expresarlas. El camino más corto entre dos puntos es una línea recta, lo mismo ocurre con las palabras.
Lenguaje corporal
Tu cuerpo también habla, tu postura y tus gestos comunican. Asegúrate de que tu lenguaje corporal esté en sincronía con tus palabras. Evita los gestos que puedan mostrar inseguridad y mantén una postura relajada pero erguida. Como decía Martha Graham, “El cuerpo nunca miente”.
“El cuerpo nunca miente” – Martha Graham
Atención equitativa
Si hablas ante un grupo, distribuye tu atención de manera equitativa. Que cada persona sienta que hablas para ella, que no se sienta excluida. Mantén un contacto visual equilibrado con todos, así lograrás una comunicación efectiva y respetuosa.
Evita el lenguaje técnico y desconocido
Hablar con palabras difíciles no te hace más inteligente. Evita los tecnicismos y las palabras desconocidas que puedan complicar la comprensión. Haz que tu lenguaje sea accesible y comprensible para todos. La comunicación es un puente, no un laberinto.
No abandones el mensaje a medio camino
En una conversación, nada más frustrante que una historia inconclusa. Completa tus ideas, cierra tus historias, no dejes a tu interlocutor en suspenso. La coherencia y la completitud en tus mensajes son signos de respeto y consideración hacia el otro.
En una conversación efectiva, no debemos subestimar la importancia de finalizar nuestras ideas y argumentos. El hecho de no hacerlo puede llevar a malentendidos y frustración.
Adáptate al contexto
Cada entorno, cada relación, requiere de un tono y un contenido adaptado. Ajusta tu discurso a las circunstancias, el lugar y las personas con las que te encuentres. La comunicación no es una talla única, es un traje a medida.
Usa tu sonrisa como herramienta de comunicación
Una sonrisa, a veces, puede decir más que mil palabras. Sonríe al comunicarte, es una señal de amabilidad, accesibilidad y apertura. Tu sonrisa puede abrir puertas, usarla es un arte que todo buen hablante debe dominar.
Como trazos de un retrato, estas pinceladas forman la figura del buen hablante. Un experto en el arte de la comunicación que, al igual que un chef, sabe combinar sabiamente los ingredientes: pensamiento previo a la palabra, mirada, tono de voz, respeto, claridad, precisión, lenguaje corporal, atención equitativa, sencillez y adaptabilidad al contexto.
De esta forma, nuestra comunicación se vuelve un plato exquisito, una sinfonía agradable al oído. Pero no olvides, la guinda del pastel, la sonrisa, esa herramienta de comunicación que abre corazones y puertas. Conviértete en ese retrato, sé ese chef, porque la vida, después de todo, es una conversación constante.