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A medida que se acerca el 6-D y sigue creciendo el incontenible rechazo al gobierno (su apoyo popular anda en 20%) las amenazas de Maduro y el nerviosismo de Tibisay Lucena, presidente del CNE, también se incrementan. Esta semana, casi al unísono, ambos destilaron amedrentamiento y afán de desestimular el voto que los sondeos vaticinan masivo: “Si la revolución perdiera el 6-D, es muy probable que tome otro carácter”, dijo Nicolás amenazante. Y añadió: “Si la oposición ganara las elecciones parlamentarias, vendría caos y violencia”. Cuando Maduro – en la Venezuela arruinada por el chavismo, corroída por la delincuencia, escasez e inflación– dice que “solo con nosotros se pueden superar las dificultades” porque “con la burguesía vendría el caos, vendría la violencia”, lo que nos está diciendo es que, de producirse esa violencia, sería un intento desesperado del oficialismo por seguir en el poder.
Si Maduro quisiera la paz el 6-D, sería el primero en dar la “orden” a Tibisay (dado que no existe separación de poderes) de invitar a los observadores de la OEA, la ONU y la UE para garantizar la paz y justicia electorales antes, durante y después del 6-D, y no prohibir su presencia, como lo está haciendo. En su reciente discurso en la ONU pidió al mundo “estar muy atento ante cualquier intento de violentar la vida política en Venezuela”. Y por si no quedase claro su propósito de perpetuarse en Miraflores, aunque para ello deba apelar a la violencia que ha caracterizado a su régimen, Maduro añade: “Venezuela está dispuesta a continuar su curso por la vía de la democracia participativa, protagónica (…) y de la Constitución de 1999”. Sus amenazas son reiterativas. En febrero de este año Nicolás declaró que “no va a permitir que la oposición se presente en elecciones si van a promover la violencia” y conminó a que “si la derecha trata de llegar al poder por la vía de la violencia, le doy la orden al pueblo, junto con la FANB, a salir a las calles a defender la revolución”.
Aunque los abusos de Maduro constituyen un delito electoral (ha sembrado también dudas sobre el secreto del voto para amedrentar a funcionarios y beneficiarios de las “misiones”), Tibisay no ha abierto la boca en defensa de los electores. Un día después de las intimidatorias alarmas de Maduro sobre la “violencia” que ocurriría de perder la “revolución” el 6-D, una irascible Tibisay Lucena hacía un vano intento por recomponer la alicaída credibilidad del CNE, al que todavía pretende vender “como el de mayor transparencia y objetividad del mundo”. Tibisay se indigna cuando se habla de “fraude”, pero es ella la que asume decisiones fraudulentas. Aunque ya pocos creen en un <a title=Página Oficial del Consejo Nacional Electoral” href=”https://www.cne.gob.ve/web/index.php” target=”_blank” rel=”noopener noreferrer”>CNE del que cuatro de cinco miembros son chavistas, se disgusta con lo que ella llama “matrices negativas”, a sabiendas de que todos los estudios nacionales e internacionales arrojan una pérdida de la confianza en el CNE superior a 60%.
Lucena se queja de la “descalificación” del árbitro, pero la primera descalificadora es ella. Dice que “no se han creado nuevos circuitos, ni hubo alteración de las circunscripciones” y desmiente que el CNE haya anulado la candidatura de Carlos Vecchio, al culpar a la MUD de negligente “porque no hicieron los descargos contra la impugnación”. Añade que el CNE “es atacado de fraude, sin pruebas”. Veamos: el único rector independiente del CNE, Luis Emilio Rondón, sostiene que la sanción que anula la postulación a la AN de Carlos Vecchio (salvó su voto en plenaria del CNE) no tomó en cuenta la preeminencia de los derechos políticos que solo pueden ser disminuidos por inhabilitación política causada por una sentencia judicial firme, de acuerdo con la Constitución, en sus artículos 39 y 42”, y no por una simple decisión administrativa, como avaló Lucena. Sigamos. ¿No es Tibisay responsable del desequilibrio numérico que existe entre la cantidad de votantes inscritos en los estados y la cantidad de parlamentarios que se deben elegir en ellos?, ¿de la artificial migración en ciertos municipios y circuitos que supera la media nacional, y los arbitrarios cambios en numerosos circuitos de Barinas, Apure, Bolívar, Guárico, Mérida y otros? Súmate denuncia que el INE y el CNE manipularon la proyección poblacional en 19 estados en beneficio del PSUV. Y a propósito de “fraude” ¿qué más pruebas quiere Lucena que su negativa a hacer la auditoría calificada de las presidenciales cantadas a favor de Maduro, auditoría que debía incluir los cuadernos de votación, y respecto a la cual ella, Maduro y los cómplices de Unasur se hicieron los desentendidos?.
La comunidad internacional cuestiona que en Venezuela los poderes responden a las órdenes de Maduro, de ahí sus esfuerzos para que el 6-D haya observadores internacionales imparciales, derecho negado férreamente por Maduro y Lucena: “Cuando la FAN, el Poder Electoral, los togados del Poder Judicial hacen un juramento partidista, gritan consignas y usan símbolos partidistas, proclaman que están al servicio incondicional de la minoría gubernamental, mientras el país sufre la dictadura” escribe el sabio jesuita Luis Ugalde. Los tribunales son usados para castigar a quienes disienten. Esta semana un tribunal ordenó “buscar” a los directivos de El Nacional, Tal Cual y La Patilla, demandados por Cabello. Esa “incondicionalidad” de los poderes tiene relación estrecha con la corrupción. Mientras el pueblo pasa hambre y es masacrado por la delincuencia “los señores civiles y militares compran lujosas residencias en la Alta Florida, en Caracas, por cantidades en dólares que nunca soñaron poseer en vida. Habría que preguntarse con qué dinero un integrante del clan electoral compró la residencia de la señora Beracasa”.
La arrogancia de Lucena al decir que el “CNE no cuenta encuestas, sino votos” es en realidad miedo, el mismo que acogota a Maduro. “Las encuestas castigan a Maduro a 2 meses del 6-D”. La oposición supera al chavismo en los últimos sondeos en 32 puntos, lo que le daría a la unidad más de las 2/3 partes de la AN. La comunidad internacional es consciente de que la oposición ganará holgadamente el 6-D, así que a Tibisay no le queda más remedio que contar como Dios manda los votos que vaticinan las encuestas, sin pena de que el mundo en pleno grite ¡fraude! “La debacle en Venezuela con inflación de 200% y caída del PIB de 10%” registrada por el FMI es impulso para esa debacle electoral que se avecina, de ahí la prisa fraudulenta de Maduro en cambiar a una parte del TSJ antes del 6-D. Aunque el gurú de los sondeos chavistas, Schemel, pretende consolar a Nicolás diciéndole que 30% del chavismo es “una comunidad emocional”, en el fondo de su faltriquera sabe que “amor con hambre no dura”.