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La “capa de ozono”, es una capa frágil de gas, que protege a la Tierra de la parte nociva de los rayos solares, y por consiguiente, ayuda a preservar la vida en el planeta. Diversos estudios científicos han demostrado que hay diversos aumentos en los casos de melanomas de piel, cataratas, afecciones a los sistemas inmunitarios en humanos y otras especies, entre otras, acusados por el adelgazamiento de la capa de ozono y el aumento de la radiación ultravioleta.
El Protocolo de Montreal hizo una reacción de la comunidad internacional rápida y la mayoría de los países del mundo se comprometieron a acabar con la producción de CFC y otros gases agresivos con el ozono. Los países industrializados primero y el resto después han conseguido reducir en un 80% esta producción entre 1988 y 1996. Los efectos beneficiosos no serán inmediatos, pero sí se tiene idea de lo que se evitará: 19 millones de casos de cáncer de piel, 150 millones de casos de cataratas y 70 billones de las antiguas pesetas en pérdidas en la pesca y la agricultura de aquí al año 2060. Y, a más largo plazo, la posible desaparición de la vida en el planeta.
Por eso es importante que la sociedad adquiera un consumo responsable, se reduzca nuestra huella ecológica, se recicle y se exija compromisos a las autoridades. Al fin y al cabo, está en juego el futuro de las próximas generaciones.